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MÚSICA A LA LATA… DE CERVEZA

Desafiando el frío sabanero y al son interminable de la lata de cerveza se realizó la sexta versión del Oktoberfest Bogotá, con un lineup de artistas latinos muy prometedor que buscaron extraer el flow del público durante sus shows musicales.

Con una logística irregular, entre filas sinfín e intermedios muy extensos en los cambios de banda, la noche arribó al son de un Ghetto Kumbé explosivo, fervientes cultores de la percusión caribe, de trajes vivos y visuales inquietas, que lograron calentar la sabana entre sus beats incisivos y tambores expresivos. Una oportunidad más de crear vitrina para su propuesta musical, donde se destacan canciones como “Eso no me falla” o “Chilá kilé”.

Mientras las cervezas cumplían con su beber, a tarima llegó el sabor pacífico de Goyo, Tostao y Slow, quienes con el tiempo han mutado a propuestas de corte más pop. Cada vez más lejanos de su “Pescao Envenenao”, los chocoanos tuvieron un setlist concentrado en su reciente trabajo “Sin Miedo” y el anterior “El Mismo”, donde lograron atrapar público coreando y abrazos románticos. Son un trío con una presencia vigorosa y un innegable manejo de tarima, no obstante se extrañan sus pícaras fusiones de ritmo pacífico y sus rimas llenas de desparpajo y sin rodeos.

El frío obligaba a sacudir los huesos en la ruda sabana. Los Amigos Invisibles intentaron disipar la tos y el cansancio a través de su elegancia funky y su desvergüenza discotequera. No eran los más reconocidos por la gente del común, pero interpretaron con pericia éxitos de su discografía como “La Vecina”, “La que me Gusta” , “Ponerte en cuatro” y la más cantada, “Mentiras”. Los venezolanos mantienen su sabor intacto y a pesar de una respuesta moderada de los espectadores, Los Amigos aprovecharon para relucir su último disco, “El Paradise”.

En medio de un charco de latas bebidas en el piso y un suelo intransitable a causa del excesivo rastro de desperdicios quedaba el plato fuerte de la noche. El trío de Mcs cubanos Orishas hicieron estallar los parlantes a punta de rimas que se mecen entre el sonero y el callejero. Con un apoyo de metales y percusiones en vivo mostraron que su poder yoruba es mejor en vivo que en estudio, y recorrieron piezas insignes desde “Mística” (junto al cantante colombiano Manuel Medrano) y “A lo cubano” hasta su paso por temas del album “Gourmet”. El corte de sonido en “Nací Orishas” fue un lunar en su show, donde la parte técnica cometió su mayor pecado.

En general fue una experiencia desigual entre el frío lunar, el botadero apocalíptico de cervezas y un par de imprecisiones logísticas y técnicas, en contraste con el buen nivel de las bandas invitadas, que mostraron su casta sin pestañear y salvaron la jornada con buenas canciones y gran actitud hacia la gente. A esperar por una nueva edición 2019, con más música a la lata.